Inscripción

La Corte, como organización política y espacio de socialización, tuvo su inicio durante la Baja Edad Media, se consolidó en el siglo XVI, maduró en el XVII y entró en crisis en el XVIII (Starkey 1987; Adamson 1999; Martínez Millán 2000). La Corte conllevaba una justificación y una organización política (el “sistema de corte”), que articulaba la sociedad a través de un comportamiento normativo (etiquetas) y una cultura específica (la cultura cortesana). El sistema cortesano modeló la sociabilidad a partir de una idea nuclear, la familia. Durante el siglo XVI asistimos al auge de la cultura y sociedad cortesanas, las cuales, durante el siglo XVII, fueron cuestionadas. Ningún periodo de la historia europea muestra un cambio tan profundo hacia la racionalización y secularización de los saberes en dicho siglo. El triunfo de la filosofía mecánica significó el fin de la concepción animista del universo, tuvo implicaciones religiosas, intelectuales y, al menos potencialmente, políticas de largo alcance (Malcolm 2016; Dickens 1977; Martínez Millán 2006; Da Vinha 2004).

A finales del siglo XVII y durante el siglo XVIII estos valores fueron puestos en discusión, siendo desacreditados proponiéndose su sustitución por nuevos valores secularizados, ajenos a la moral establecida desde la teología. Esta nueva manera de ver y expresar la realidad en el arte, la literatura y la política, proporcionó una nueva visión del mundo a partir del valor otorgado y reconocido a la ciencia y al individuo (Grayling 2017; Rivero Rodríguez 2014; Gaukroger 2010; MacIntyre 2006). En el siglo XVIII, el término de “civilización” estuvo estrechamente unido al de “progreso”. No obstante, en la Enciclopedia, Diderot aún defendía que el orden político tiende “al mayor bien del cuerpo social”. El honnête homme, que había sustituido al cortesano como modelo de referencia ideal, aún vivía inmerso en la civilización de la Corte (Brewer 1993; Schwartzwald 2017; Versteegen 2015). Rousseau denunció esta situación en El contrato social, como también Herder en su Filosofía de la Historia, que criticó la civilización cortesana por destruir el espíritu de los pueblos: La comunidad era un sujeto con vida propia. La alternativa estaba en la nación (Douthwaite 2002; Poliakov 1974; Versteegen 2015). El descubrimiento del “espíritu del pueblo” dio lugar al proceso de construcción del discurso identitario, que se compone, en primer lugar, de la narración y entramado del sentido general de la historia, que es constitutiva de la nación y de su pueblo. El discurso selecciona los héroes, las víctimas y también los villanos de la patria. Subraya y atiende las costumbres tradicionales, los valores constituidos en nacionales, peculiares y distintos de la comunidad, construyendo la memoria nacional sobre un metapatrimonio, fundamento de la doctrina nacionalista y la legitimidad de su discurso (Jansson 2007; Mulholland 2012; Schwartzwald 2017; Berger 2011).

Contenido de la actividad:

Presentación: Félix Labrador Arroyo (URJC)

José Martínez Millán (UAM-IULCE) “ La evolución del paradigma cortesano: siglos XVI-XIX”

Nicoletta Bazzano (Universidad de Cagliari). “La corte y las cortes virreinales en los siglos XVI-XVII”

Félix Labrador Arroyo (URJC) “El fin del modelo cortesano y su incidencia en el patrimonio real (siglos XVIII-XIX)

Fechas: 19 de mayo de 2020

Horario: 10.30-13.30 horas                                 

Lugar:  Actividad en remoto. El coordinador informará a los inscritos del procedimiento y plataforma que se usará.

Perfil de los asistentes: Alumnos del programa de Doctorado de Humanidades Lenguaje y Cultura, Programa de Doctorado en Turismo, Programa de Doctorado de Ciencias Sociales y Jurídicas.

Nº de Plazas:  30